jueves, 24 de abril de 2008

El hacker y el telegrama

Dos cosas extrañísimas estas semanas: un hacker entra a mi cuenta de hotmail y habla con mis contactos de messenger y también me llega un telegrama (!). Y yo que pensaba que incluso habían dejado de existir, pero ya veo que no. Ambos sucesos son tan antagónicos en cuanto a tecnología, y fueron tan similares en el simulacro. 
Describo el telegrama. El remitente es la UNAM, para aclarar algo de mi expediente, de parte del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental. Ah caray. De salud mental. ¡DE SALUD MENTAL! Me llega por la mañana y no puedo comunicarme por que voy de camino a mi escuela, mi otra escuela. 
El hacker: llegó a mi cuenta a través de la cuenta de una amiga. Confieso que le dí permiso de entrar con la condición de que no jodiera mis cosas y después le pedí que tampoco se lo hiciera a mis contactos. En fin, ahora asume mi identidad de vez en cuando mientras yo estoy frente al teclado. Es decir, somos dos personas en la misma identidad. Yo ni lo conozco. Pero para quien me lee del otro lado de la pantalla en la conversación, yo escribo lo que leen. Es decir, todo lo que leen lo escribe el Teniente Malasombra. En estricto sentido no soy yo, pero eso lo digo por que me considero el Teniente Malasombra. Pero siendo igual de estrictos, ahora en el sentido de la narrativa del msn, el hacker también es el Teniente Malasombra. 
Para quien nunca le haya pensado y le tenga miedo a la red diría: "es culpa de la tecnología, que permite cosas inmorales, como asumir la identidad de otra persona". Creo que no es tan f´cil entrar a la cuenta de alguien más, pero se las concedo. Si puede ser fácil asumir la identidad de otra persona en red. 
De vuelta al telegrama -de SALUD MENTAL, ¡coño!, me sigue sorprendiedo. Hace como un mes perdí mi cartera en la biblioteca de mi escuela. La dejé por que se me hacía tarde para entrar al aire y corrí a pararme frente a un micrófono. Al salir me di cuenta que no la traía. Yo apelaba a la honestidad de las personas que estaban junto a mí. Pero también podía apelar al gusto de la venganza de alguien que también estuvo junto a mí. Alguien a quien regañé dos veces por escuchar metal, no se que tipo de metal, en la biblioteca. Pues si, yo también me hubiera enojado y buscado venganza. Tal vez la suya fue hacerse de mi cartera con la credencial de la UNAM, la del Tec, la de la Biblioteca Central, mi seguro médico, mi credencial de elector, mi licencia para manejar, la del metro y la del metrobus. Ahh, y doscientoscincuenta pesitos. 
Suponiendo que fue él, es posible que su venganza haya sido cometer una barbaridad en la UNAM y asumir mi identidad. Yo que sé... Cambiar las fechas del mural de rectoría y ponerle 2008 en lugar de 19?? Algo digno del Mosh, que también era estudiante de Sociología, como yo. También pudo inscribirme en algún programa de ayuda psiquiátrica. Así se explicaría que llegara un telegrama del departamento de Psiquiatría y Salud Mental. 
Ahora bien. Si mis conjeturas son ciertas, entonces asumir la identidad de alguien más es igual de fácil en cualquier ámbito. Bueno, fácil si olvidas tu cartera en una biblioteca.